Reflexión y Oración para el Martes Santo

Este año estamos viviendo una Semana Santa y viviremos una Pascua especial, completamente diferente de todas las demás. Echaremos de menos las celebraciones y ritos, las procesiones y vía crucis que siempre han marcado los días santos de la pasión, muerte y resurrección del Señor. Pero esto no resta importancia al hecho de que como cristianos podemos y debemos celebrar, también este año, la Pascua del Señor; es más, precisamente porque vivimos esta dramática situación de peligro y muerte, necesitamos más que nunca revivir el paso de Jesús de la muerte a la vida, para poder anunciar a nuestros hermanos y a todos los hombres y mujeres la buena noticia de que en la fe en Jesucristo es posible superar la muerte y caminar en una nueva vida.

Hoy es Martes Santo; hemos celebrado la Misa Crismal como todos los años, pero la tarde de este martes santo será diferente a la de otros años, ninguna imagen de Jesucristo ni de la Virgen saldrá a nuestras calles. Sin embargo, es buena ocasión para recordar los sentimientos y emociones que llenaron el corazón de Jesús… también, probablemente, uno de los más amargos, la traición de los amigos.

Leamos el Evangelio hoy. Juan 13, 21-30

Diciendo esto, Jesús se turbó en su espíritu y dio testimonio diciendo: «En verdad, en verdad os digo: uno de vosotros me va a entregar». Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía. Uno de ellos, el que Jesús amaba, estaba reclinado a la mesa en el seno de Jesús. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía. Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó: «Señor, ¿quién es?». Le contestó Jesús: «Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado». Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote. Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo: «Lo que vas a hacer, hazlo pronto». Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres. Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche.

Reflexión

«En verdad, en verdad, os digo: uno de vosotros me traicionará. Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche.»

Junto al Templo de Jerusalén, los sumos sacerdotes ya habían hecho arreglos con Judas Iscariote para que los ayudara a capturar a Cristo.

El apóstol traidor, ahora poseído por el mal que lo tiene bien agarrado, acepta el pago, recogiendo la bolsa con el dinero.

Judas tiene una personalidad bien definida, con una mirada atenta y un perfil nítido. Por un lado, Judas no acababa de ser de los suyos, de los doce, por el otro estaba con ellos. De esa manera en aquella noche Judas sale de ese lugar de salvación que era el cenáculo y se entrega a la noche, esa noche que antes de señalar un fenómeno temporal describe el estado del alma del traidor. Pero es una noche que ya está marcada por la luz de las estrellas, que Jesús abre al perdón.

Era de noche: no sólo la oscuridad del sol, ahora escondido, sino la oscuridad de una familia (Jesús con sus discípulos) donde la unidad se ha comprometido, las relaciones ya no son sinceras y auténticas no se respira colaboración y amor mutuo.
La sombra de la traición, de las mentiras, de no decir lo que se piensa, de pensamientos que corroen dentro y no se comparten.
Sin embargo, frente a la traición y el desamor, una luz viene de Jesús; no responde con venganza, ni con el silencio cómplice de los que están enojados, sino que su respuesta es el perdón, antes incluso de que sea solicitado por el otro, es más, independientemente de si es pedido. Responde con un amor aún mayor porque dará su vida, especialmente, por aquellos que lo traicionaron y humillaron. Este amor se anticipa con el gesto que hace de mojar el pan y dárselo a Judas, con una acción simbólica que expresaba profunda amistad e intimidad.

Ante Jesús, que muestra a nuestra Hermandad / Cofradía el camino a seguir y nos da la fuerza para hacer la paz y reconciliarnos entre nosotros, pase lo que pase, podemos en este día hacer un examen de conciencia de nuestro comportamiento en la Cofradía / Hermandad y pedir perdón al Señor y a nuestros hermanos y hermanas.
¡Ayúdanos, Jesús, a salir de las tinieblas en las que a veces caemos, sé, Señor, nuestra luz y acógenos por tu gran misericordia!

Oración

Me siento, señor, y contemplo esta noche agradable,
miro el firmamento iluminado por la luz de una pálida luna. Se necesita muy poco para enfrentar la oscuridad sin miedo; poco como para saber dónde poner los pies
y escapar de los escollos de la noche.
En una noche como esta,
un pueblo de esclavos tomó resueltamente el camino a la libertad
y se enfrentó a las incógnitas de un largo camino.
En una noche como ésta dos peregrinos desanimados encontraron esperanza
y desanduvieron el camino que habían recorrido con la muerte en el corazón. Me siento, Señor, y te pido por todos aquellos que buscan la libertad para ellos y para cada hermano oprimido.
Te ruego por todos aquellos que ya no pueden hacerlo
Por los que ya no pueden soportar su carga diaria de angustia y fracasos Ilumina su camino difícil, sé su luz en la noche. Amén.

Pedro Fernández Amo

Delegado Episcopal para las Hermandades y Cofradías