Reflexión y Oración para los Hermanos de nuestro Capellán y Rector de la Ermita

Hermanos y hermanas de la Soledad:
¡Feliz Jueves y Viernes Santo!
La piedad popular, especialmente en los tiempos en que la gente estaba alejada de la liturgia por muchas razones, encontró maneras de expresar el sentido y significado de la Pascua. El pueblo de Dios vio y unió su dolor al dolor de María y al sufrimiento de Cristo. Así nacieron los ejercicios de piedad en Cuaresma (Triduos, septenarios, Vía Crucis, Ejercicios espirituales…) que ayudaban a preparar los días santos; después, en Semana Santa expresaron esta fe a través de procesiones y otros ritos (pensad en la visita a los Monumentos en la mañana del Viernes Santo…), las procesiones con Cristo en cualquier momento de su pasión o muerto y la Virgen Dolorosa, y, en el día de Pascua, procesiones con explosión de alegría y encuentros de las imágenes de Nuestra Señora y Cristo resucitado, llamadas comúnmente «Encuentro».
Este año, la Cuaresma, debido a la epidemia, tomó un carácter particular, porque exigió que nos priváramos de cosas importantes, tan importantes que no las cuestionábamos y las dábamos por sentadas: la oportunidad de reunirse, de celebrar, de intercambiar un abrazo y, no menos importante, reunirse alrededor de la “mesa común” para la oración. Éste “ayuno” tan particular lo estamos viviendo aún más intensamente durante esta Semana Santa, porque, además de lo mencionado y de no poder participar en la liturgia de estos días, no podemos sacar a la calle nuestra Semana Santa.
Otros años, estos días, especialmente hoy y mañana, nuestra Casa de Hermandad era un hervidero de ir y venir preparándolo todo, rematando los adornos florales de los pasos, colocando enseres e insignias… Pero, como nuestros antepasados hemos de poner en juego nuestra creatividad, porque nuestra Madre de la Soledad sigue ahí, podemos mirarla con la confianza de que nos escucha; este año, la procesión del Jueves Santo, se ha de convertir en una procesión a nuestro interior y elevar una oración confiada a su intercesión y el tradicional rosario del Viernes Santo ha de unirnos más, la señal inequívoca de nuestra unión, la podemos hacer patente rezando todos esta noche a las 23 horas el Santo Rosario desde nuestros hogares, en una plegaria de fe que invoque su intercesión maternal para que el Señor, su Hijo Jesucristo, nos libre cuanto antes de esta pandemia que asola nuestra sociedad. Para terminar este rosario, que todos debemos rezar desde nuestras casas esta noche a las 23 horas, os ofrezco esta sencilla oración para que juntos la dirijamos con corazón confiado a nuestra Madre Bendita de la Soledad:

¡Salve, Madre nuestra de la Soledad!

En este Jueves y Viernes Santo,
recurrimos a ti, afligidos y llorando,
en este momento de epidemia.
Muchas veces nos hemos dirigido a ti,
en los momentos más difíciles de nuestra vida,
poniendo en tus manos de madre nuestros miedos, desalientos y sufrimientos.
En tus ojos y en tu rostro sereno
siempre encontramos consuelo y confianza,
porque eres Madre de la Esperanza.
Eres la estrella que ilumina a tus hijos en medio
de la oscuridad del mundo.
Ilumina nuestros corazones
para que no nos perdamos en estos momentos de prueba
tiende hacia nosotros, hacia los médicos y todo personal sanitario,
hacia las fuerzas del orden,
y especialmente a los más necesitados,
tus manos misericordiosas y consoladoras.
Madre de la Soledad y Madre de esperanza,
nos dirigimos a ti para que nos des esta virtud.
Necesitamos esperanza,
te necesitamos a ti y a tu Hijo.
No nos dejes solos, nos aferramos al rosario que cuelga de tus manos
para no perdernos en este momento de tristeza.
Ayúdanos a esperar de nuevo,
ayúdanos a esperar siempre, hasta el final. Amén.

Pedro Fernández Amo
Rector de la Ermita y Consiliario de la Hermandad